Sunday, September 10, 2006

HAGEN


HAGEN

Ya comenzaba a oscurecer más tarde. Por lo menos podías caminar con sol hasta las seis y media. No es que me guste el sol, pero en una ciudad como Valdivia se extraña a veces. Un señor que respeto hasta me dijo que Valdivia tiene dos estaciones solamente. Yo, con mi simpleza de silver atiné a decir “claro, un invierno y verano bien marcados”. No, me respondió, el invierno y la estación de trenes. Me cagó, dejándome una sonrisa marcada cada vez que lo recuerdo. En eso pensaba cuando me dieron ganas de tomar silvercofe. Necesitaba uno para seguir haciendo mis cosas. Desgraciadamente el Klandstinov estaba cerrado hasta las 8 y media. Horario de invierno, decían esos hombrecillos. Igual llamé a Chicho y, maravilla de maravillas, andaba por el centro caminando al local. Creo que tenía que trabajar con sus bandas metaleras, auto invitándome como compañía, claro que me cachó de una mis ganas de silvercofe. Llegué como a las 5 y media, pestañando encandilado por lo raro que se veía el bar con la luz del sol. Desde el verano que no aparecía de día por estos escondrijos.
Alcancé a tomarme 3 silvercofe, echando la talla hasta que abrió oficialmente. Un rato más y me despedía para continuar con lo mío. Después del atado del libro que, conociendo al viejo Walter no había terminado aún, me quedé con un buen turro como para flojear, regodeándome con las pegas que llegaban. Así que si me llegaba una pega buena la aceptaba, pero no me deshacía el zelebro por andar detrás de los pernos. Y en eso estaba, en medio de una fácil y bonita.
El asunto era lejos y, siguiendo con mi política de no manejar autos, llamé a mi compadre Jan-Solo para que me acompañara a unas parcelitas por la salida sur. Él tampoco estaba muy ocupado que digamos, por lo que llegó más que rápido, partiendo por el camino a Paillaco sin darnos vueltas. Pasado el ex regimiento comando doblamos a la derecha. Un camino de tierra que en nada afectaba al ford Corcel de mi compadre, viejo auto de puro fierro que Jan mantenía a punto, aunque por fuera no lo pareciera...
No le dejaba pasar ningún ruido. Con los topones recibidos en el asunto del viejo Walter aprovechó para dejarlo apretadito. Siguiendo por el camino, unos cinco kilómetros más nos detuvimos en una parcelita de agrado. Agradable verla por que parecía potrero la pura casa. Con Jan nos cagamos de la risa y entramos. Por supuesto ya nos esperaban, llegando donde la dueña sin tramites intermedios. Lo bueno de Jan es que si hay que ponerse flaite, se pone flaite. Si tenemos que ser cüicos, se pone cüico, claro que a su manera, una forma muy instruida de cüico.
Ni les cuento lo bien que entramos con la vieja dueña de casa, una vieja bien con excelente gusto. Realmente solo la conocía por teléfono, para variar como dato de alguien, aunque se notaba piola, haciendo más llevadera nuestra conversación. El asunto era un negocio de animales. Debía conseguirle unas particulares iguanas, ojala un par. De una especie no muy conocida que, según mi compadre, andaban a patadas con ellas en su territorio. En pocas palabras fui a contarle a la vieja que me las había conseguido y sólo faltaba el tema dinero.




-Pero pudo ahorrarse el viaje y hablarlo por teléfono –me respondió extrañada.
-Es verdad, pero no acostumbro traficar animales y quería ver si tenía un interés real, además de recursos para tratar bien a esas iguanas.
-¿Y se convenció?
-Por supuesto. Creame que no me gustan los animales enjaulados, menos los amenazados por extinción, así que averigüé y esos bichos estaban bien, por lo que me decidí a aceptar si pasaba este, digamos, “reconocimiento visual de intenciones”, no se si me entiende.
-Quisquilloso el joven…
-Gracias por lo de joven. Pero sí, soy cuidadoso con los animales.
-Me alegra saberlo. ¿Y de cuanto hablamos? –continúa como tratando de resumir conversación.
-Cinco millones el par. Más gastos de envío. –Fue mi respuesta cara de raja.
-Lo que suma… -buscando su bolso.
-Otro millón más.
-Caras las cositas esas.
-Le saldría más barato un perro.
-No se preocupe, es por mi hijo…Es autista y la primera vez que lo veo tan contento fue cuando vio a esos bichos. Ante eso el dinero no vale nada.
-¿Me garantiza que hará todo lo posible para que sobrevivan? –preferí preguntar antes de emocionarme.
-Tiene mi palabra.
En eso escuchamos un grito de mujer vieja, al parecer de la señora que nos abrió. Luego un vidrio roto y más gritos, lo que obligó a entrar a mi jefa de animales para ver qué pasaba. Con Jan-Solo nos miramos extrañados y, con un simple gesto, concordamos en que esto no olía bien y salimos al patio.
Nos quedamos escuchando junto al ventanal, mirando a través de la cortina por si acaso. De una entraron dos tipos, uno empujado a la empleada y el otro sujetando a la jefa, con una pistola por cabeza. Esta no iba a ser una noche tranquila.
Había que actuar rápido. Jan me guiñó un ojo y propuso rodear la casa hasta la puerta principal, pues era obvio que había alguien vigilando la entrada, yo me encargaría del interior. Confiaba en que mi compadre podría improvisar cuando escuchase ruidos dentro.
Al ver a los tipos llevar a sus rehenes a las piezas decidí entrar. Supuse que se tirarían de cabeza a buscar cosas de valor, dándome un tiempo. Despacio fui al pasillo con mi cortaplumas de bolsillo. Nunca se me ocurrió que necesitaría mi pistolita, así que andaba en pelotas. Como gateando me acerque hasta escuchar las voces de los tipos. La jefa guardaba una tranquilidad nerviosa admirable, ella sabía que estábamos y nada dijo. Alcanzó a verme, haciendo un gesto negativo con la cabeza para que nada hiciera; pero como soy gallego de corazón no pesqué, desapareciendo de su vista tras guiñarle un ojo para que se calmara.
Esperando caché que el tipo que vigilaba a las viejas tomó a la jefa y retrocedió hasta el comedor, justo a mis manos. A lo mejor quería buscar cosas por estos lados, o le tenía ganas a la jefita, no lo se, les diré que solo bastó que se asomara, con su arma apuntando a su rehén, para abalanzarme, sujetar su brazo, con pistolita y todo y un navajazo al cuello.
-No hables ni respires -le susurré - si te corto el cuello ni siquiera podrás gritar y me los cargo a todos. –El tipo relajó sus músculos, pasándome la automática.- Llama a tus compadres.
-Somos varios –me respondió.
-Lo sé. Alguien se encarga ahora de tus yuntas al frente.
Pistola en mano, con mi presa del cuello, esperé al otro que no salió a la primera. Al salir de un cuarto, revisando cosas de sus manos, se quedó helado aún con la sonrisa en su rostro. Apunté a su estómago. Disparé, ya que no podía arriesgar la sorpresa en esa única oportunidad. Debía asegurarlo. Pero hubo un problema, la automática era de a mentiritas, aunque debo reconocer que sonó fuerte, como un gran fogueo. El tipo siguió la supuesta trayectoria hasta su estómago y casi se meó. Menos mal, por que me dio tiempo para azotar a mi presa contra la pared y saltar contra el que pestañeaba jurándose muerto. Cuando se dio cuenta de la mula trató de apuntarme con su arma, al parecer la verdadera, pero no le quedó tiempo, ya estaba sobre él. Con mi derecha bajé su brazo con arma, rezando para que no se disparase sobre mis preciados coquitos, mientras mi izquierda alcanzó a cortarle un poco el cuello, quedándose ahí para inmovilizarlo. Si forcejeaba se enterraría hasta la traquea. Ya entregado botó su automática y lo llevé donde su amigo, que recién comenzaba a reaccionar. La jefa, que estaba junto a su hijo y nana, se mantuvo en el piso todo el rato, súper segura, solo la vieja gritaba de repente. Recogió la pistola y me la pasó. Realmente parecía de verdad, si bien prefería no pensarlo como salvada de balacera. Tenía que seguir con mi cara de malo, obviamente acojonado por dentro, pensando o esperanzado en que mi compadre Jan-Solo cumpliese su parte sin otra sorpresita. El solo pensar en un cuarto o quinto cómplice me hizo volver la adrenalina y, pegando un par de patadas en el cuello de mis presas ya craneaba un plan extra por si las moscas…
Bueno, qué quieren que les diga, Jan-Solo es Jan-Solo. Un tipo cien por ciento confiable. Me bastó escuchar un simple ¿Hagen? Para saber que todo estaba bien, entrando mi compadre con el tercer ladroncillo casi inconsciente. Al parecer Jan se emocionó y lo golpeó con todo, pues sangraba el roto. “¿Preocupado?” fue lo único que dijo el muy hijo de puta, riéndose nervioso.
Y como todas las cosas no siempre resultan como uno las planea, apareció otro cachito. El cabeza de serie de la banda era conocido mío.

-Maldito Hagen –fue lo primero que dijo mientras se limpiaba la sangre.
-Sorry, amigo –dije tratando de recordar quien era-. Si me conoces sabes que llegaste al lugar equivocado…
-Pero si soy yo, el rata…
-Por rata te pasó. Ahora asume como hombrecito, agueonao.
-Como tan mala honda, pos si sólo yo tenía balas de verdad. Ya cachai que esto es un negocio y nadie quiere balear a nadie. –Me respondió un explicativo rata.
-Lo se, amiguito. ¿Pero si a tu inútil cabeza se le salía la orden de disparar? ¿Y si le dabas a la jefa o al niño?
-Estaba todo controlado, po’s Hagen…
-¡Controlado te voy a ásete, pajarón! –Y le pegué otra patada en las costillas, claro que guiñándole un ojo.
-Cuídalos, Jan. –Y volviéndome a la jefa- Señora, necesitamos hablar -pasando a la cocina, al tiempo que la nana se llevaba al niño a su pieza, creo que no cachó nada el pobre, inmerso en su mundo hermético.
-Señora, -conversándole ya en la cocina- tenemos un problema.
-No me diga que va a interceder por ellos –me dijo con cara de no entender.
-No es eso. Es que las cosas son un poco más complicadas con la poli al medio. Además de que no me interesa verme implicado en esto, sin contar que nuestro trato con iguanas no podría resultar en medio de pesquisas y demases.
- No se, aún estoy choqueada… ¿Y si él hubiese violado a alguien, o hecho daño a mi hijo? –Continuó algo nerviosa.
-Esta dentro de lo posible, aunque no creo. Ellos son profesionales, no unos simples pendejos pastabaseros. –Tratando de subirles el pelo a esos pelagatos.
-¿Y qué me sugiere usted?
-Mire, si los denuncia lo más seguro es que por lo menos uno salga libre, siempre llevan a alguien sin prontuario o menor de edad… Estas cosas siempre traen consecuencias desagradables. Puede que la familia de esos la “presionen” para no testificar. Créame, estos son clanes que se protegen mutuamente. Lo más seguro es que tenga que cambiarse de casa. Más todos los trámites y gestiones en vano. Recuerde que la poli la protegerá las primeras semanas solamente, y luego tienen cosas más importantes que atender.
-¿Y qué hacemos, entonces?
-Déjemelos a mí. Los aporreo un rato, soltándolos como gran favor. Creame que no volverán a molestarla. Y lo mejor de todo es que correrán la voz y ninguna banda de Valdivia tampoco la tocará. Estos cabros son muy respetados en las poblas.
-¡Bueno, ya. Haga lo que quiera! Pero usted se hace responsable.
-Por supuesto. Recuerde que estoy protegiendo mi inversión. Déjemelos, yo arreglo todo.

-Bueno, chicos. –Ya en el comedor- Tienen suerte que la jefa sea más buena que el pan –pateando cada pobre y triste estómago mientras marcaba cada palabra- . Me los llevo y los dejo en sus casitas. No se preocupen, la poli no se meterá en nuestro arreglo. ¿Capishi? –Después de aceptar con cara de imbéciles los levantamos, con unos palmetazos gratis por supuesto-. Caminen, los gilipollas, que mi compadre Jan no es tan generoso como yo.

Y eso fue. Todo salió de maravilla. De unos casi muertos, yo sin testículos, pasamos a un arreglo que nos convenía a todos. Los cabros, más agradecidos que político sin auditoria, me prometieron el cielo y la tierra. Eran buenos chicos, tan solo que se dedicaban a otra cosa, lo que ampliaría aún más mis contactos para futuros negocios. ¡Que no suene, que no suene! Me dijo un amigo Cruces golpeando los bolsillos, y en eso estoy. La jefa, mientras sus nuevos amiguis estuviesen vivos en Valdivia, no pasaría nunca un susto. Por lo que su hijo, y mis iguanitas, vivirían tranquilamente por el resto de sus vidas.




Rodrigo.

1 Comments:

Blogger POLAF said...

Ya po! postea la parte IV... desaparecido!

1:33 AM  

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