HAGEN

HAGEN
Los ojos desorbitados de todos los que pasan a mi lado. Lo único que deseo es llegar al Klandestinov y tomar mi Sylvercofe tranquilo. Ojala que esté tranquilo, pues por hoy ya no soporto las multitudes poseras en este Valdivia.
Llego al Klande y esta lleno. Parto mal. Subo y la barra no está tan llena, sigo mejor. Unos pocos conocidos, J.P., Rudy, Pipiripein. Que mejor, lo justo para tomar mi sylvercofe y reír si quiero.
- EEEEEH, llegó el sylverómano –J.P. gueveandome con Rudy.
- Je, je, jejeeeje. Los extrañaba, tropa de estúpidos.- Un agrado responder con mi mejor Tío Horacio.
- Si, de antes de ayer que no te veíamos, Juaa. –Me la tira Rudy, al parecer con su primera pilsen.
- Tuve que hacer ayer, así que discúlpenme por favor –con una sentida reverencia se los pido.
- Cómo que disculpas –Rodrigo bigotes retándome mientras baja de la cocina-. Si tenemos que pagar el arriendo a fin de mes.
- Lo sé, lo sé. Tengo que dejar todas mis luquitas en el bar para poder degustar mi sylvercofe… A todo esto, tráeme uno que a eso vine, no a conversar con unos borrachos como ustedes, juuaa, ja. A todos incluidos.
- Oye, Hagen.-Rudy preguntando con cara de negocios-, ayer consulté por los platillos y puede que me los manden el 20. ¿Te sirve?
- Pero obvio, amigo mío. El cuico me molesta de lo lindo por ellos.
- ¿Y por qué no los compra cuando va a Santiago? –pregunta Rudy mientras toma otro sorbo.
- ¿Tú crees que tendrá tiempo para buscar, probar y escoger en un Santiago que lo único que le ofrece son minas y carretes con plata? –Respuesta acertada de Pipiripein.
- Razón tienes, Obiguancopete –y a reírse todos de nuevo.
- ¿No se cansan de reír siempre como imbéciles? –Chicho pregunta bajando la escalera.
- Reír sabiamente no es mi fuerte -un J.P. inspirado-. Si esa es la gracia, o quieres que nos pongamos a bailar?
- Ustedes, los más plásticos…-Chicho cagao de la risa imaginándose a J.P.
En esas risas estábamos cuando llega una mina, una de aquellas. No era bonita, pero con un atractivo lleno de onda.
Llega, mira a todos y se sienta en el mesón Giger. Andaba con un tipo que creo conocer, aunque no me pregunten su nombre. El tipo algo le susurra al oído y me indica con la cabeza. Ella se rió ostentosamente y, después de pedir un par de tragos se dirigió hacia mí, con buen caminar cadencioso, por supuesto.
- Busco pitos, y algo más. –me pregunta la muy suelta de raja.
- Pues ni lo uno ni lo otro. –le digo con mi mejor cara de indiferencia. El problema fue que los chicos escucharon y resonó el típico MMMMmmmmm afectado y no pude contener la risa salpicada de sylvercofe.
- Me dijeron que conseguías lo que fuera –Continuó ella que miró fría a los cabros.
- Sí, pero los alcohólicos como yo no se encargan de droguitas, sobre todo para las ladys.
- ¿Y quién te dijo que era una lady? –ahí hasta Pipiripein no pudo aguantar la risa.
- No me gusta meterme en le vida de nadie, -tratando de no reír- pero eres de ese tipo de personas que, en un desconocido bar, te preguntan si vendes drogas.
- Sabio y quisquilloso, el amigo.
- Si, mi amor. Muuuuuyy quisquilloso.
- En mis terrenos nadie se queja. –continúa cagándola.
- Pues ¡OH, maravilla! Y yo que pensé que estaba en el Klandestinov.
- Veo que ya no vas a pescar.
- Sería un Sípositivo. Chau. –dedicando toda mi atención a mi sylvercofe.
- Extraña, la perra –sentencia Rudy con cara de tío Horacio y risas hasta el final.
- ¿Y esa mina? –pregunta J.P. con su mejor cara de galán.
- No sé. Rica, pero barsúa. –le digo al tiempo que pido un Vodka para pasar el mal rato.
Creo que la parejita pidió un par de tragos más y se fueron con los vasos a la mitad. Nosotros nos quedamos hasta las 2 ó 3, hecho mierda, aunque un poco mejor que Pipiripein, Rudy o J.P., pero igual en estado lamentable. Caminé hasta el Banco del Estado y decidí irme por Arauco para tentar a la suerte. En el Mall para un auto junto a mí. Ni idea qué marca, pero brillaba el roto. Y adivinen quién estaba al volante invitándome. Exactlymente, la guapa comprapitospiola.
- Tan solito y caminando. –con su mejor voz de rica.
- Así no ma’, pue’ iñora. Un guaso de tomo y lomo caminando a su potrero –creo que le dije tratando de hablar de corrido.
- Sube, a ver si te dejo cerca, o lo pasamos bien un rato. –lo decía mientras su acompañante, el tipocasiconocido, pasaba al asiento trasero.
- Sube, Hagen. Esta mina es piola, y no muerde.-mientras lo miraba para recordarlo.
- Oka, nos vamos a ver qué pasa.-para variar soy un fácil borracho con las minas.
Y partimos. Una noche del demonio a la mierda. La mina, como otras miles, estaba loca de atar. Era como la Alfonsa, pero una loca de mierda. Partimos a la Hoguera. Imagínense a esa mina siendo la mejor de todas las putas del lugar. Una maravilla onírica. Nos invito, a todos los pasteles presentes, un casi Wisky y a bailar. Lo bueno es que les cayó bien a las otras bailarinas, juntas bailando en un toples para los borrachos comensales. Se quedó sólo con sus calzones y los pelagatos que iban a pasar un rato estaban que les salía espuma. Yo aplaudía con mi Pall Mall en el hocico, babeando wisky, si la violaban no me importaba. Total, la conocía de esa noche y aún no me caía bien; aunque la noche era larga, con su tarjeta de crédito también larga.
Comimos en la Última Frontera, casi con bajón. Pasamos luego al 69pucho, donde mi compadre, que se ganó un beso lengüeteado en el cuello, y más baile de mierda. No duramos mucho, a lo mejor cuando uno baila pachanga en un puterío decadente lo pasas de lo mejor, pero esa misma pachanga bailada en donde corresponde es una mierda. No sé, conjeturas curadas. Igual terminamos en el Blande, a ver si estaba el Bigotes Rodrigo tomando sylver para el sueño. Y ahí estaba, agarrándome pa’l gueveo de entrada por que la mina se Salió con la suya.
- Pasa, leso –con esa forma suya de que te hace un favor.
- Gracias, su merced. Mis casi amigos ¿pueden pasar?
- Pasen, no más. Ahí vemos si nos tomamos algo, o les vendo y nos vamos a otro lado.
- Recuerda que tu Chica te los va a cortar –le recordé cagado de la risa-.
- Si salgo con ustedes es lo más seguro. Pero un rato más no le hace daño a nadie.
Seguimos con unos sylver puritanos con mi compadre, mientras los otros meta risas con sus Baileys. Hasta que decidimos salir a dar vueltas. Hasta que la mina quiso estrellar el auto. Hasta ahí quedó el ja-ja. Nos miramos con Rodrigo, extrañados, igual que su amigo por que su cara no era de ¡Hagámoslo! ¿Para qué haremos eso? Preguntamos con Bigotes, con la mejor expresión de estas-peinando-la-muñeca. Además era un guapo auto, al parecer de ella y ahora quería chocarlo.
-¿Y en contra de qué? –le pregunté despacito con cara de loco.
- No te preocupes, en contra de un poste no más. –la muy cara de raja.
- Y supongo que sabes que el poste es muuuy duro. ¿Verdad? Y muy doloroso. Algo que, por supuesto, nosotros no haremos contigo. –repuso bigotes tratando de guardar la compostura.
- No se preocupen, si me da de vez en cuando, y necesito estar sola para eso.
- Me parece excelente ¿Bajemos, Rodrigo?
- Buena idea, Hagen. Justo tengo algunas diligencias que atender a las 6 y media de la mañana.-mirando su reloj, cagados de la risa.
- Secundo la moción,-dijo el tipocasiconocido- pero esperemos a ver cómo lo hace.-y nos fuimos a buscar un lugar.
Un lugar piola. Creo que no lo hacía de pinta mona. Si lo hacía buscaría un lugar con más luz, con espectadores, aunque fueran curaos. Además le pidió a su amigo que diera aviso a los pacos. Ya lo había hecho antes, nos dijo. No en Valdivia, pero una 3 veces por lo menos. Sanita salió de todas, salvo algunos moretones, comentaba mientras conducía explicando lo que sentía.
Nos bajamos los tres en la esquina de Picarte con Ecuador, en esa punta de diamante que parece del orfeón. Sorprendentemente no había flaites, un problema menos. La vimos bajar como un peo hacia la estación de trenes y, casi al llegar se fue hacia la derecha, contra un poste.
No les mentiré, siempre me han gustado los choques, tanto dentro como fuera. Poseen una inevitabilidad que te obliga a ser espectador y esperar lo que sea. Entretenidos. Esta vez fue igual. Directa contra un poste, con la parte delantera arrugándose mientras el polvo hace el resto del show. Se ve levantar la cola del auto, como si quisiera seguir, y se queda tambaleándose por un corto rato.
Y bueno, lo de siempre que chocas con algo que no se va a mover. No sé si inventó lo de las otras veces, lo concreto es que no salió muy bien de ésta. No sé, algo falló, y su linda cara va a costar que se recupere. Nada grave, menos mal. Nada que necesite de ambulancia. De hecho la sacamos entre los tres, aún curaos, llevándola a su petit-chalet en taxi. Su nana se encargaría de ella en adelante.
Una noche agitada. Sorprendente y cagaos de la risa. Creo que la voy a extrañar como compañera de juerga, por lo menos por esos meses que debe guardar reposo, de cuerpo y alma.
Rodrigo lópez
Los ojos desorbitados de todos los que pasan a mi lado. Lo único que deseo es llegar al Klandestinov y tomar mi Sylvercofe tranquilo. Ojala que esté tranquilo, pues por hoy ya no soporto las multitudes poseras en este Valdivia.
Llego al Klande y esta lleno. Parto mal. Subo y la barra no está tan llena, sigo mejor. Unos pocos conocidos, J.P., Rudy, Pipiripein. Que mejor, lo justo para tomar mi sylvercofe y reír si quiero.
- EEEEEH, llegó el sylverómano –J.P. gueveandome con Rudy.
- Je, je, jejeeeje. Los extrañaba, tropa de estúpidos.- Un agrado responder con mi mejor Tío Horacio.
- Si, de antes de ayer que no te veíamos, Juaa. –Me la tira Rudy, al parecer con su primera pilsen.
- Tuve que hacer ayer, así que discúlpenme por favor –con una sentida reverencia se los pido.
- Cómo que disculpas –Rodrigo bigotes retándome mientras baja de la cocina-. Si tenemos que pagar el arriendo a fin de mes.
- Lo sé, lo sé. Tengo que dejar todas mis luquitas en el bar para poder degustar mi sylvercofe… A todo esto, tráeme uno que a eso vine, no a conversar con unos borrachos como ustedes, juuaa, ja. A todos incluidos.
- Oye, Hagen.-Rudy preguntando con cara de negocios-, ayer consulté por los platillos y puede que me los manden el 20. ¿Te sirve?
- Pero obvio, amigo mío. El cuico me molesta de lo lindo por ellos.
- ¿Y por qué no los compra cuando va a Santiago? –pregunta Rudy mientras toma otro sorbo.
- ¿Tú crees que tendrá tiempo para buscar, probar y escoger en un Santiago que lo único que le ofrece son minas y carretes con plata? –Respuesta acertada de Pipiripein.
- Razón tienes, Obiguancopete –y a reírse todos de nuevo.
- ¿No se cansan de reír siempre como imbéciles? –Chicho pregunta bajando la escalera.
- Reír sabiamente no es mi fuerte -un J.P. inspirado-. Si esa es la gracia, o quieres que nos pongamos a bailar?
- Ustedes, los más plásticos…-Chicho cagao de la risa imaginándose a J.P.
En esas risas estábamos cuando llega una mina, una de aquellas. No era bonita, pero con un atractivo lleno de onda.
Llega, mira a todos y se sienta en el mesón Giger. Andaba con un tipo que creo conocer, aunque no me pregunten su nombre. El tipo algo le susurra al oído y me indica con la cabeza. Ella se rió ostentosamente y, después de pedir un par de tragos se dirigió hacia mí, con buen caminar cadencioso, por supuesto.
- Busco pitos, y algo más. –me pregunta la muy suelta de raja.
- Pues ni lo uno ni lo otro. –le digo con mi mejor cara de indiferencia. El problema fue que los chicos escucharon y resonó el típico MMMMmmmmm afectado y no pude contener la risa salpicada de sylvercofe.
- Me dijeron que conseguías lo que fuera –Continuó ella que miró fría a los cabros.
- Sí, pero los alcohólicos como yo no se encargan de droguitas, sobre todo para las ladys.
- ¿Y quién te dijo que era una lady? –ahí hasta Pipiripein no pudo aguantar la risa.
- No me gusta meterme en le vida de nadie, -tratando de no reír- pero eres de ese tipo de personas que, en un desconocido bar, te preguntan si vendes drogas.
- Sabio y quisquilloso, el amigo.
- Si, mi amor. Muuuuuyy quisquilloso.
- En mis terrenos nadie se queja. –continúa cagándola.
- Pues ¡OH, maravilla! Y yo que pensé que estaba en el Klandestinov.
- Veo que ya no vas a pescar.
- Sería un Sípositivo. Chau. –dedicando toda mi atención a mi sylvercofe.
- Extraña, la perra –sentencia Rudy con cara de tío Horacio y risas hasta el final.
- ¿Y esa mina? –pregunta J.P. con su mejor cara de galán.
- No sé. Rica, pero barsúa. –le digo al tiempo que pido un Vodka para pasar el mal rato.
Creo que la parejita pidió un par de tragos más y se fueron con los vasos a la mitad. Nosotros nos quedamos hasta las 2 ó 3, hecho mierda, aunque un poco mejor que Pipiripein, Rudy o J.P., pero igual en estado lamentable. Caminé hasta el Banco del Estado y decidí irme por Arauco para tentar a la suerte. En el Mall para un auto junto a mí. Ni idea qué marca, pero brillaba el roto. Y adivinen quién estaba al volante invitándome. Exactlymente, la guapa comprapitospiola.
- Tan solito y caminando. –con su mejor voz de rica.
- Así no ma’, pue’ iñora. Un guaso de tomo y lomo caminando a su potrero –creo que le dije tratando de hablar de corrido.
- Sube, a ver si te dejo cerca, o lo pasamos bien un rato. –lo decía mientras su acompañante, el tipocasiconocido, pasaba al asiento trasero.
- Sube, Hagen. Esta mina es piola, y no muerde.-mientras lo miraba para recordarlo.
- Oka, nos vamos a ver qué pasa.-para variar soy un fácil borracho con las minas.
Y partimos. Una noche del demonio a la mierda. La mina, como otras miles, estaba loca de atar. Era como la Alfonsa, pero una loca de mierda. Partimos a la Hoguera. Imagínense a esa mina siendo la mejor de todas las putas del lugar. Una maravilla onírica. Nos invito, a todos los pasteles presentes, un casi Wisky y a bailar. Lo bueno es que les cayó bien a las otras bailarinas, juntas bailando en un toples para los borrachos comensales. Se quedó sólo con sus calzones y los pelagatos que iban a pasar un rato estaban que les salía espuma. Yo aplaudía con mi Pall Mall en el hocico, babeando wisky, si la violaban no me importaba. Total, la conocía de esa noche y aún no me caía bien; aunque la noche era larga, con su tarjeta de crédito también larga.
Comimos en la Última Frontera, casi con bajón. Pasamos luego al 69pucho, donde mi compadre, que se ganó un beso lengüeteado en el cuello, y más baile de mierda. No duramos mucho, a lo mejor cuando uno baila pachanga en un puterío decadente lo pasas de lo mejor, pero esa misma pachanga bailada en donde corresponde es una mierda. No sé, conjeturas curadas. Igual terminamos en el Blande, a ver si estaba el Bigotes Rodrigo tomando sylver para el sueño. Y ahí estaba, agarrándome pa’l gueveo de entrada por que la mina se Salió con la suya.
- Pasa, leso –con esa forma suya de que te hace un favor.
- Gracias, su merced. Mis casi amigos ¿pueden pasar?
- Pasen, no más. Ahí vemos si nos tomamos algo, o les vendo y nos vamos a otro lado.
- Recuerda que tu Chica te los va a cortar –le recordé cagado de la risa-.
- Si salgo con ustedes es lo más seguro. Pero un rato más no le hace daño a nadie.
Seguimos con unos sylver puritanos con mi compadre, mientras los otros meta risas con sus Baileys. Hasta que decidimos salir a dar vueltas. Hasta que la mina quiso estrellar el auto. Hasta ahí quedó el ja-ja. Nos miramos con Rodrigo, extrañados, igual que su amigo por que su cara no era de ¡Hagámoslo! ¿Para qué haremos eso? Preguntamos con Bigotes, con la mejor expresión de estas-peinando-la-muñeca. Además era un guapo auto, al parecer de ella y ahora quería chocarlo.
-¿Y en contra de qué? –le pregunté despacito con cara de loco.
- No te preocupes, en contra de un poste no más. –la muy cara de raja.
- Y supongo que sabes que el poste es muuuy duro. ¿Verdad? Y muy doloroso. Algo que, por supuesto, nosotros no haremos contigo. –repuso bigotes tratando de guardar la compostura.
- No se preocupen, si me da de vez en cuando, y necesito estar sola para eso.
- Me parece excelente ¿Bajemos, Rodrigo?
- Buena idea, Hagen. Justo tengo algunas diligencias que atender a las 6 y media de la mañana.-mirando su reloj, cagados de la risa.
- Secundo la moción,-dijo el tipocasiconocido- pero esperemos a ver cómo lo hace.-y nos fuimos a buscar un lugar.
Un lugar piola. Creo que no lo hacía de pinta mona. Si lo hacía buscaría un lugar con más luz, con espectadores, aunque fueran curaos. Además le pidió a su amigo que diera aviso a los pacos. Ya lo había hecho antes, nos dijo. No en Valdivia, pero una 3 veces por lo menos. Sanita salió de todas, salvo algunos moretones, comentaba mientras conducía explicando lo que sentía.
Nos bajamos los tres en la esquina de Picarte con Ecuador, en esa punta de diamante que parece del orfeón. Sorprendentemente no había flaites, un problema menos. La vimos bajar como un peo hacia la estación de trenes y, casi al llegar se fue hacia la derecha, contra un poste.
No les mentiré, siempre me han gustado los choques, tanto dentro como fuera. Poseen una inevitabilidad que te obliga a ser espectador y esperar lo que sea. Entretenidos. Esta vez fue igual. Directa contra un poste, con la parte delantera arrugándose mientras el polvo hace el resto del show. Se ve levantar la cola del auto, como si quisiera seguir, y se queda tambaleándose por un corto rato.
Y bueno, lo de siempre que chocas con algo que no se va a mover. No sé si inventó lo de las otras veces, lo concreto es que no salió muy bien de ésta. No sé, algo falló, y su linda cara va a costar que se recupere. Nada grave, menos mal. Nada que necesite de ambulancia. De hecho la sacamos entre los tres, aún curaos, llevándola a su petit-chalet en taxi. Su nana se encargaría de ella en adelante.
Una noche agitada. Sorprendente y cagaos de la risa. Creo que la voy a extrañar como compañera de juerga, por lo menos por esos meses que debe guardar reposo, de cuerpo y alma.
Rodrigo lópez