HAGEN IV

Cuarta parte:
Insisto, la plata atrae a la plata. El asunto del viejo Walter saliendo de Chile había pasado hace rato y aún me quedaban esos millones casi intactos, por que las pegas, aún regodeándome, no me habían faltado. Incluso me di el lujo de reemplazar al bigotón en su bar, GRATIS. Salió de paseo por una semana y qué me dijeron, el sueño del pibe: Trabajar detrás de una barra, sirviendo copetes. Pocas minas, pero salvaban. Total, la que va al bar es por que quiere ir, pocas lo hacen por inercia o por la onda (onda curao, creo yo), así que aproveché de conocer algunas bastante interesantes, sin tener que controlarme por ser el dueño.
Ya han pasado algunas semanas de eso y aún veo a una de esas minas, que creo que me gusta bastante, guardando mi varonil independencia por supuesto. El único problema era que me salió medio pastel con sus amistades. Unos pendejos culiaos que se las sabían todas, con ese aire de querer ser irónicossabelotodos. ¡Me han gueveado los chuchasumadres! Y yo tratando de ser galán sin poder palmetearlos siquiera un poquito. Aunque a uno, que me basureó hasta que le dio puntada, una noche lo seguí por un rato, hasta pillármelo solo. Ahí tuve que aporrearlo, pues el imbécil no me creía que me tenía chato. Cuando intentó acusarme con mi mina lo tuve que agarrar a cachuchazos cerca de su casa, con tonos carmín en su cuerpo. Nada grave, sólo doloroso.
Lo bueno de ir a un lugar piola es que te hacen caso. Le dije al bigotón que no dejase entrar a esa tropa de pendejos, salvo si venían con mi mina, por supuesto. O por lo menos que les cobrase entrada, así él ganaría plata por que me guevearan. Aparte de tener esa carne fresca a mi costado, con sentimentalismo y todo, lo demás marchaba igual. En el bar hartas risas, hartas mentiras. Total, si querías crecer como persona ibas a la “nueva acrópolis”, u otro club de artistas súper locos.
¿Se acuerdan que otras veces no me demoro tanto en llegar al centro del tema? Bueno, ahora estoy más relajado y no se como empezar a contarles que el viejo Walter me llamó desde Praga. Sí, la ciudad más hermosa del mundo. Y sí también, justo cuando tenía una mina que culeaba, o “hacía el amors” de lo lindo. Y sí, adivinarán que lo tramité para pasarlo bien un rato más que sea. Pero todo mal. El viejo llamaba y llamaba, advirtiéndome que la cosa se había puesto todavía más peluda. ¡Y qué va! Yo, un chilenito estaba lejos de esas cosas, pensaba. Agueonadamente pensaba, por que se me olvidó el detalle de que me ubicaban perfectamente. Y eso. No se si me buscaron de otra manera que yo no caché, o no se. Pues la forma de hacer las cosas de ese tipo de gente no son las más elegantes. Al parecer su idea era tocarme seriamente sin tocarme.
Un día, después del Klandstinov, me fui a la casa de mi mina. Ella trabajaba tarde ese día, por lo que coincidiríamos en un culión nocturno. Un buen culión nocturno, por que me gustaba, realmenteme gustaba esa mujer, hermosa mujer. Vivía en el cuarto piso del Prales, con vista porno hacia la plaza. Al llegar la puerta estaba abierta, rota la cerradura. Partí mal con mi cita, sudando mientras pensaba cualquier mierda. Al entrar estaba la cagá, todo patas arriba, con rastros de sangre en el pasillo. Y esto se ponía peor. Con mi 34 corrí, tratando de hacer el menor ruido posible a su pieza… Nada bien… Una puta cagá apoteósica. Mucha sangre y mi mina tirada en el suelo. Muerta. Demasiado muerta. Su cara de horror me miró un segundo, hasta que le cerré sus ojos… ¡Por la gran puta! Supe que eran ellos, sin ninguna duda. Esto era un puto mensaje, un puto mensaje para Hagen, quien nada era en esta liga mayor… La habían estrangulado, además de hacerle cortes en sus brazos, tetas y piernas. En su estómago encontré un par de heridas de bala, por las que aparte de sangre brotaba restos de semen. ¿Se pueden imaginar al psicótico especialista que le gusta hacer esto? La violaron, ya muerta, por esos putos agujeros de bala. Hijos de la gran puta. De esta no se salvaría nadie. Ni yo ni ellos…
Piensa, piensa rápido. Esto era una puta trampa para obligarme a reaccionar, así que llamé a los ratis de una. El parche antes de la herida. Nada había tocado al entrar, aunque no importaba mucho, por que las últimas semanas me lo pasaba con ella en su depto. Y qué guevá, no me quedó otra que esperar y llorar un poco. Igual me gustaba ella, y hace rato que no me pasaba.
Al terminar los papeleos me soltaron. Parece que algo me creyeron, supongo por que me hice todos los exámenes que me pidieron de buena gana. O sin ganas de nada, mejor dicho. Después de eso mis ganas no volvieron por días. Salí en el diario, como sospechoso por supuesto, por lo que mis perseguidores cacharían que estaba imposibilitado de hacer algún movimiento. Eso me dio tiempo de descansar, volviéndome más alcohólico que de costumbre. Chicho y bigotón se encargaron de baldearme las tripas en su boliche. Aguantando mi puto humor, junto con los cabros. Mientras, el viejo Walter me llamaba a cada rato, con un sentimiento de culpa de lágrimas. Me pedía disculpas por lo que pasó una y otra vez. El problema era que me necesitaba y no quería perder a su ayudante estrella. Yo también sabía que lo necesitaba si quería llegar a los que me cagaron mi poco de felicidad. Mi venganza se iba a demorar, pero llegaría en algún minuto. Realmente necesitaba al viejo si quería llegar al que hizo y al que encargó ese trabajito. ¡Por los dioses que lo iban a pagar con dolor! Nadie moriría sin sentir un dolor parecido al mío. No me bastaba una muerte, rápida e indolora. En todo caso estaba con los brazos amarrados, mientras la fiscalía no me dejara tranquilo y revocase mi orden de arraigo. Eso lo entendía muy bien el viejo Walter. Mucho muy bien, como diría un amigo drogo disfuncional. Eso lo obligó a mover sus hilos a la distancia. Bueno, cada cual con sus especialidades. El viejo consiguió liberarme en menos de una semana. Incluso me tenía los pasajes comprados, el muy zorro; naturalmente en clase ejecutiva. Ni muy caro, ni muy barato como para no poder comenzar de una al llegar a Roma. Praga parece que no podría contar conmigo por ahora. Roma era la ciudad de encuentro, me da igual.
Como siempre te lo piden llegué antes al aeropuerto Benitez, quedándome tiempo para vagar un poco. A los minutos caché a un par de lesos que me seguían. No eran los 07 ni la KGB, tan solo chilenitos jugando al traje negro, por lo que era imposible no verlos…
Continuará…
Rodrigo López