HAGEN

LA GATA.
Tercera y final:
Como era obvio, los tipos no sabían del aeropuerto. Por lo que a dedo podía llegar relativamente tranquilo. Pensando en que Pacto estuviese sin novedades esperándome.
Al entrar nadie había, al parecer aún era demasiado temprano para los pasajeros. ¡¿ALO?! Grité, y nada. Hasta que Pacto salió detrás de una estantería de Lan, con cara de piola, indicándome que me acercara en silencio. Se supone que él había visto a los tipos pasar un rato atrás sin que lo cacharan.
-¿Y el gato?
-Aquí, pos flaquito. –Me respondió- Este roto, o rota, no se me mueve de acato.
-Oye, imbécil. ¿No crees que le estamos poniendo mucho por un puto gato?
-Linda la guevá. Ahora sólo tú puedes andar de aventuras...
-Claro, pos cagá. Como si me gustara andar arrancando como gilipollas por estas pelotudeces.
-Ya, ya. Si todo salió a pedir de boca. Ahora hay que ver si esta sshhusshhá es gato o gata. –Dice con su mejor cara de veterinario por un día.
-Y mejor es cachar cómo embarcarlo lo antes posible y largarnos...-Termino de decirlo cuando sentimos un disparo. O mejor dicho escuchamos lo que parecía un disparo rompiendo una gigantoventana.
-¡Hijos de puta! –de un espontáneo Pacto.
-Estos bastardos no se cansan –dije tratando de cachar algo por el costado del mesón.- Sal por la pista, yo veo qué hago para que no te sigan. Total, de seguro los del aeropuerto tendrán que llamar a seguridad de algo.
-Hecho –y salió rajado sin soltar a su pactogato. Conté hasta tres y me toco a mí salir raspando hacia una puerta por el norte.
Bueno, lo de distraerlo no era que hiciera un esfuerzo real por distraerlos. Salió de cueva que se fijaron en mí y se rajaron con automáticas quebrando ventanales, en pos de mis piecesillos y más vidrios rotos de la putamadre. Sólo atiné a tirarme arrastrando detrás de un mesón, sin que ellos dejaran de disparar en todas direcciones. De pelos, pensé, por lo menos le disparan a todo sin saber donde estamos.
Seguí gateando, irónicamente sin gato, hasta esa puta puerta que salía por el costado norte del Pichoy. La abro despacito, cachando que los gilipollas aún disparaban hacia el interior, sin ver nada. Me asomo por la pista, justo para ver a un Pacto corriendo, como en una película de gatos mafiosos, rodeando a unos jotes de mantencionaeropuertistica, con su dedo en la boca para que callaran. El muy hijo de perra no se quedaba quieto. Pretendía llegar a su pactomóvil con gato y todo.
Logro esbozar una sonrisa cuando los chulos me cachan y revientan la puerta a tiros. De la puta, la putamadre de ruido y astillas. Si hay algo que no soporto, aparte de los jipis, es ese estruendo de madera baleada hecho mierda. Y a correr se ha dicho el monito. Claro que en dirección opuesta a la de mi compadre. Menos mal que ya llegaban los transferes de pasajeros por el camino principal. Sorry, pero ya eran muchas las balas que me seguían, que de cueva no hirieron a nadie.
Arrastrándome estaba por el pasto, hasta un árbol, cuando dejaron de pescarme. Los vi señalar algo y se fueron para el estacionamiento. ¡Por la puta, cacharon a Pacto y su pactomóvil! Y a correr de nuevo para armar bulto más que sea.
A unos
Imagínense a mi, una pobre cagá boca a tierra, sorprendido al ver la camioneta hecho mierda y un gato caminando por el frente. ¡Agarralo, mierda! Escucho al más viejo de los matones. Qué mas quieren, me agarré la cabeza pensando en mi ahora difunto buen amigo. ¡Pobre Pacto muerto por un puto gato! Quien nos mandó. ¡Puta la reputa guevá! Ya estaba chato y me paré para buscar a mi compañero. Mientras camino veo a uno de ellos correr con su gato bajo el brazo. Directo a su auto ya en marcha y forreando y arrancando escandalosamente por el camino.
¡Puta la guevá! Mi compadre en una de esas aún esta sangrando, pienso mientras corro hacia la camioneta.
-¡Pacto culiao! ¡Pacto culiao! –Grito mientras llego tras la pactomovil, y nada. No esta. Nada de nada. Abro la puerta y nada, sólo la jaula con nuestro gato aún más muerto y agujereado por balas.
-¡Hagen güeco! –Escucho detrás de mí… Nunca un alivio tan grande sobó mi espalda. De esos, que te hacen encorvarte mientras veo a un Pacto, cojeando, con la mano en las costillas y la media sonrisa. Sonriendo el chuchasumadre me decía ¡Nos salvamos! Hijo de la gran puta. Lo abracé y nos cagamos de la risa.
-¿Viste que todo salio bien?
-Cómo que bien, saco de guevas –fue mi respuesta con risa.
-Claro –continuó-, si ahora tenemos a un gato baleado y una gran justificación para tu compadre. Si hasta los diarios van a mostrar esta mierda.
-Saco de caca, sólo bastaba con decirle que murió su puto gato…
-Pero esto es más espectacular y emocionante que una puta mentira.
-A ver si tu emoción va a pagar tu maldita camioneta, saco de brea. –Y ahí lo bajé a tierra con toda su sensación de “la raja”.
-AAAHHH, buen punto de vista. Se me olvida mi cacharrito… A ver si la hacemos andar –fue su relajado comentario
-Ya, pos compañero. Prende tu sshhusshhá entonces –y la pobre cagá prendió. Y ni siquiera tiraba humo la mierda.
De pelos. Nos fuimos cagados de la risa. Ni por si acaso esperaba a los pacos o prensa de lo que sea, no necesitaba justificación pública para que mi compadre me creyera. Ya me bastaba con la fama que tengo y la de Pacto había que cuidarla, por si se le necesita al cabro para alguna que otra tontera más. No necesitaba justificación pública para que mi compadre me creyera. Ojala Pacto hubiese entendido eso desde un principio, aunque saliera con solo unas costillas rotas por un mal salto, a lo detective jüato de Paillaco.
FIN
-Rodrigo López-